Parte dos
Con la convicción que el arte es posible
en Las Vegas 15 artistas latinos, afortunadamente no 12, ese número apostólico
y revolucionario me da ganas de vomitar, han acudido a Latin
American Gallery.
De México Ismael Rodriguez, Jorge
Trujillo, Aaron Zoe, Mónica Lowenberg, Francisco Escobar, Betty Navarro; de
Perú Victor Salvador, Coqule Aragrev, Marita Palomino, Daniel Vargas, Orlando
Zegarra, Keoma Vargas; de Venezuela Hector Urdaneta; de Cuba Gustavo Perez y yo
Víctor Varela constituímos el grupo responsable de representar la obra que
habrá de permitir esa mirada a la América actual.
Abajo Vincent van Gogh!
Muerte al artista pobre!
No existe artista que yo halla
admirado más en este mundo que al pelirrojo Vincent (así le llamo en mi novela
inédita “La Fuga”(Miami 2005), su obra es un dechado de entrega, de pasión, su
resultado admirable: el precursor de toda la pintura moderna, su pincelada una
muerte sin elección, mi ideal personal de la adolescencia; pero cuando sea
grande no quiero ser como él. Morirme pobre, con la duda de si mi obra sirvió
para algo y que luego de muerto se venda mucho tiempo después por 30 000 0000
de dólares… solavaya!
Afortunadamente a toda cultura le
llega su momento, su nueva moral y de acuerdo con nuestra época actual no es
necesario que el arte se inmole y el artista arda como un martir quemado en el
fuego de su obra.
Las leyes del mercado han sido
descubiertas hace mucho tiempo, así que ese narcisismo romántico ya no se
cumple ni en los poemas de Walt Whitman. Se sabe muy bien lo que hay que hacer
para que la cosa funcione. Hay que invertir y convocar, gastar dinero y hacer
ruído, tratar a la obra de arte como mercancía de excepción y lo primero es
darla a conocer como se debe, sin miedo a que la gente no entienda, con todo el
rigor intelectual, porque ni los clientes comen vidrio, ni los pintores pintura.
Con el objeto de dar a conocer a
los artistas que han participado junto a mi en esta exhibición, insultado por
la indiferencia de los medios de difusión masiva, he decidido tomar por asalto el
lugar que corresponde a la prensa y a la crítica para asumir el criterio hasta
el final, sin temor a las consecuencias, porque desde hace un tiempo vengo
observando lo que ocurre con el arte en los Estados Unidos, desde Miami a Nueva
York, y no me gusta. Situación que nada tiene que ver con Donald Trump y que ha
sucedido durante los dos períodos de mandato de Obama, lo cual tampoco lo hace responsable
en un pais donde la política “no controla” al arte, pero lo digo por si acaso. Sin
embargo este malestar no debe ser visto como una denuncia que reclama. No le
pido nada a nadie, solo quiero hablar, exponer mi punto de vista con toda la
riqueza plástica del lenguaje como parte del discurso de mi próxima obra, esta
“Una mirada al arte” que ya me llega con un escupitajo en el ojo. Rasgar la
realidad y mostrarle a la gente el engaño, la manipulación del poder. Hay una
cortina de hierro, meticulosamente elaborada, disimulada detrás de la palabra
democracia, en nombre de una perversa libertad.
Cuando culmine este texto en todas
sus partes me dedicaré a leerlo como intervención teórica en la comunidad, a
modo de conferencia visual en público con debate incluído, por todas partes. De
este modo abriré la polémica ya que creo con absoluta convicción que no es posible
crear nada más sin abordar la falacia que cerca y sepulta al arte en los Estados
Unidos de Norteamérica.
Empezando por esos diarios
fetiches, esas instituciones de la información ante las que todos se rinden, el
Washington Post y el New York Times y terminando con la estructura de los
grants y lo que piden a cambio de apoyar económicamente a los proyectos
artísticos. No hay traidores más miserable que esos diarios famosos, masmediáticos.
Ciegos a todo lo que realmente sucede, a lo que realmente importa, solo preocupados
por figurar y llenar sus arcas, no permiten que la cultura circule, sea ella
misma, lo mismo el Dayly News y compañía. Pero si estos espejismos de noticia
insisten en mirar para otra parte cuando las cosas pasan, que sepan que les
llegó la hora, porque llegué yo: la bestia teórica, ja,ja,ja, la venganza artística
mounstrificada y voy a romper esa barrera de silencio, la hegemonía de esa
frivolidad.
Dividiré a estos artistas en dos
grupos. Primero hablaré de los que estuvieron conmigo en el lugar
ya que el hecho de
haberlos conocido personalmente me permite una aproximación más profunda y
luego de los otros
a quienes conocí
solo por su obra. Cada uno de ellos presentó 4 pinturas, yo eligiré una de cada
uno incluyendo una mía para dar una imagen cercana (la mejor) de por donde
anduvo esta exhibición. Y para que en oposición a la máxima que resa la ciudad
del pecado, la cual no conviene para nada al arte, “lo que pase en Las Vegas no
se quede en Las Vegas” repetiré cien veces al menos esta conferencia para indicar
que existe una galeria llamada Latin American Art que muestra una exhibición
llamada “Una Mirada al Arte Latinoamericano.”
Ha juzgar por las obras la
diversidad de estilos es bastante amplia, va desde un realismo mestizo,
figurativo en todos sus detalles, étnico, tradicional, a la mas despiadada y
hermética abstracción. De un decir pleno de contenido a un silencio íntimo,
mítico, dinamitado, donde el lenguaje apenas susurra, calla. Una diversidad
pendular que describe en la curva de su recorrido descendente y ascendente a
otras presencias plásticas para abarcar una tecitura de amplio rango que habla
de pintura ingenua, mal gusto en el arte, un realismo expresivo, anti muralista
y un realismo cotidiano, también surrealista, entre otros.
Obsérvese que evito mencionar los ismos en su
forma clásica, aunque a veces no puedo evitarlo, porque todos estos artistas
han creado en lucha con la historia, sabiendo que el pintor actual no solo se
enfrenta al vacío de la tela por pintar sino a toda la historia de la pintura
que le precede. Ya no hay un canon, si no todos los canones y ante tan
arrolladora diversidad el artista latino como cualquiera del mundo ha de
medirse frente a sus obcesiones plásticas, destilar a sus clásicos y a sus
contemporáneos, luego de contemplar sus impulsos orgánicos que siempre se
encuentran en el placer de pintar, de hacer lo que quiere, el impulso
primigenio de manchar la tela.
Sin embargo paradójicamente no es
posible alejarse demasiado de los ismos porque marcan tendencias y aunque
extemporáneos han de ser revisitados por el arte actual. Ya no es posible
inventar un estilo nuevo, es decir practicar una estética de ruptura, pero si
es posible una ruptura de la estética. Hay que entrar en controversia con el pasado
para superarlo y saber que el contexto se impregna y ayuda a marcar la
diferencia. Matar a Vincent van Gogh es actualizarlo.
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