Parte tres
Las teorías de conspiración vienen
anunciado de un tiempo para acá la muerte del artista. No del arte, sino del
artista, lo cuál es muy significativo. Los artistas de post guerra se
atrevieron a matar el arte, pero no al artista, porque si muere el artista
apaga la luz y vamos. Matar el arte es fácil cuando el artista perdura, pero
matar al artista es otra cosa. El arte sin arte es posible si el artista está
detrás, no el arte sin artista.
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Huacanada de Mito. Víctor Salvador |
El auge de la era tecnocrática, que algunos
sitúan dentro de cien años, anuncia que el arte será hecho por máquinas. Incluso
ya existen artistas creados en programas de diseño con el objeto de ser
proyectados como hologramas. Hologramas con todo lo necesario para imantar a un
público ciberfanatizado. Me chupa un huevo tal progreso, yo creo en el artesano
y por suerte estos quince artistas y Latin American Art insisten en la pintura hand
made, hecha a mano.
No hay que dejarse intimidar por la
tecnología, ni caer en la trampa que ya no es posible la pintura artística. Ni
el arte, ni el artista morirán, simplemente van a coexistir con los aparatitos
del futuro, algunos de los cuales seguramente yo mismo encuentre útiles para
jugar en mis obras, pero siempre con la intención de defender el derecho del
hombre a ejercer el instinto, su espiritu animal e indomable, su inteligencia
bruta.
Reconozco incluso que la situación por
excesiva, me alegra, y no tiene otra alternativa que ir a favor del arte. Mientras
más avanzada sea la tecnología mejor, creará demanda, interés por la preciosa
imperfección de la naturaleza. Tal embotamiento de tendencias en detrimento de
la biología solo conseguirá resaltar tres veces más el talento humano y cuando
el arte sea un milagro, porque la mayoría abandonó el pincel, los artistas que
resistan se convertirán en dioses.
Ahora me gustaría aclarar antes de
entrar en materia que me he abstenido de hablar con los artistas a los que me
voy a referir a continuación acerca de su obra. Puede que mi punto de vista no
coincida con alguno de ellos, pero prefiero ser fiel a lo que me dice el cuadro
por si mismo que a otras fuentes, y creer en mi experiencia directa frente a la
pintura en vivo, mi percepción personal. Sé por Gastón Bachelard que el hombre es
obstáculo epistemológico entre si mismo y el conocimiento, que no es posible la
objetividad total porque la distancia siempre está identificada, pero es lo que
somos y no pienso renunciar a mis límites.
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De blue. Víctor Varela |
La
exhibición
Partiendo de la imagen de un péndulo
para describir la holgada tesitura que muestra Latin American Art en su
exhibición “Una Mirada al Arte Latinoamericano” en un extremo de la curva
coloco al artista peruano Víctor Salvador, quien para mi según el tono de esta
muestra es el grado extremo de la tradición Latina. Con un realismo
representativo, que duplica y extraña a la vez es tremendamente claro y
confuso. Directo en su tratamiento del significante, su objeto se dobla sin
ambiguedad, es fácil de reconocer, pero muy rara su hermenéutica. Por ser local
y étnica, su imagen posee la clave exclusiva de una cultura y la pinta con
ostentación. Su obra “Huacanada De Mito” se enfoca en una
danza ritual wanka (huanca) que se representa en el pueblo de Mito, situado en
la cordillera andina central del Perú. Esta danza (síntesis de diversos
elementos andinos y españoles) se trasmite de generación a generación y
actualmente todavía se baila, ocurre los tres primeros días del mes de Enero,
cada año. Un grupo de hombres enmascarados, llamados huacones, realizan una
serie de coreografías que representan al antiguo consejo de ancianos y se
convierten en la máxima autoridad del pueblo mientras dura la huaconada. Ponen
de relieve esta función tanto con sus látigos “tronadores”, como sus máscaras
de narices prominentes que evocan el pico del cóndor, criatura que representa
el espiritu de las montañas sagradas. Con un realismo moderno, que no intenta
competir con la fotografía, que recuerda a un postimpresionismo en el
tratamiento de las figuras, un manejo impecable de la técnica y el lenguaje
visual, Víctor Salvador va hacia atrás, apelando a la diferencia como contraposición
a un presente global, unívoco, demoledor de tradiciones. Etnia versus
civilización su óleo nos invita a contemplar el rito como origen milagroso que
nos contiene y explica, se juega al Perú, a practicar su identidad. Es con
soberbia un folclor, la arrogancia de una cultura.
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Ruta de escape. Jorge Trujillo |
En
el otro extremo, yo mismo, con mi obra “De blue”, me niego a toda
representación figurativa para reducir el objeto en la pintura a su unidad
mínima. Nada se duplica en De blue,
se asiste a los residuos de una estructura, los restos de una geometría, la
huella en el viento de una armazón, a una deriva de la luz y el color. La doble
naturaleza del signo se atrofia, significado y significante son el pálido
reflejo de una figura ausente, perdida para siempre, irrecuperable. De blue, lo cual se puede traducir como
azul desconstruido apuesta por lo que he llamado Desconstructivismo Abstracto,
para definir mis intenciones formales y conceptuales al aproximarme a la
abstracción clásica y contemporánea. En contraposición con toda la historia de
la abstracción que ha sido constructiva por naturaleza, me propongo despintar
el cuadro, llevarlo a su caos primigenio, lo cual tiene connotaciones formales
e ideológicas: esa obsesión constructiva del período soviético, ese epígono que
fue Tatlin con su "Monumento a la Tercera Internacional" oculta un
mensaje perverso. El de la emancipación de la mayoría por medio del desmantelamiento total de sus derechos. No en vano la torre está en el hueso,
carente de masa, del necesario espesor que requiere una idea más profunda del
sueño colectivo. Se somete así a una clase que cree puede practicar una
eficiencia fecunda con el espejismo de una solidaridad. No por gusto toda
Europa del Este se derrumba más tarde, no soporta su armazón. Más que por una
tradición de la cultura De blue se
inclina por lo iconoclasta y le rinde tributo a la pintura abstracta
latinoamericana que es vasta y remota, aunque se desmarca de su tendencia concreta
para ser más lírica e informal y no participa de cierto mensaje monumental, emancipador,
que hereda de Europa, prefiere ser posconceptual en su justificación. De blue propone un nuevo paradigma:
desconstruir. Tal desconstrucción como la anuncia Jacques Derrida en francés apropiándose
del concepto de Heidegger en “Ser y Tiempo” no es una destrucción, sino un
desmontaje sin pretensiones, un reciclaje mesurado, un desbordamiento posible. Por
ello el Desconstructivismo Abstracto se decide por una tensión extrema entre la
imagen y el discurso, lo que la obra calla es lo que dice, para dar paso a un
silencio primordial que imanta la experiencia del ojo. Es en su percepción más
una sensualidad que un discurso. Dice mucho en su fundamentación, se abstiene
en el mensaje.
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Serie evocando - Bodegones 1. Coqle Aragrev |
Con un realismo figurativo de muy buena
factura, un fondo chorreado, que señala el advenimiento de una disolución,
Jorge Trujillo en su obra “Ruta de Escape” nos muestra el fin
de una historia: la del cuerpo. El abandono del instrumento que alguna vez le permitió
al hombre el sobrepasamiento de sus límites, la fuerza de una extensión, presupone
un nuevo ascenso en la escala. Representado en el reposo de su inutilidad, el
objeto se dobla luego de ser despojado, sobra su función, los achaques de una
materialidad. Descartados los excesos de lo sólido se ha elevado la acción
física humana a una longitud. La onda de radio, eso que el científico Heinrich
Herz descubrió en su tiempo y definió como existencia inútil hoy es la magnitud
que permite la existencia de lo virtual, el reino de la red. El fin de una
ontología, el paso del Ser al Estar conectado y por tanto el fin de una
práctica fundamental para la humanidad: la navegación tal como la entiende la
antropología desde los Fenicios hasta los indios Taínos, de Sebastián de Ocampo
a Magallanes. La nueva ruta situada en el borde invisible del espectro facilita
un éxtasis de la velocidad. Hay una nostalgia por la presencia en “Ruta de Escape”, una añoranza sepia por una vida más lenta y memoriosa, por el
goce del mayor esfuerzo, pero el suspiro dura poco en la resignación de una
economía, de un presente que es como es: mental. La pintura marcada como una res
muestra el signo de la network. Borrada del mapa la figura humana se encuentra
ahí, en ese diminuto carril, como parte de un quiebre del entorno. Contrapone
de esta manera el mexicano Jorge Trujillo dos dimensiones y rompe el estilo con
cuidado para que domine un realismo suelto, desenfadado, adulterado por la
marca registrada de una época. Parte de una humanidad que ya no está en la
naturaleza, en la realidad, que se ha ido.
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Se rompió el silencio. Gustavo Perez |
En cambio Coqle Aragrev no se queda en
esa herida, en esa contemplación. Más cerca de una abstracción con figuras que
de una pureza no representativa, propone en su obra “Serie evocando – Bodegones 1”
una arqueología de la aproximación. Desinteresada por los problemas de hoy su
abstracción se sumerge, avanza hacia abajo con líneas angulares bellamente
dispuestas, cava, recupera el tesoro, lo guarda para si y lo comparte. La
vasija de barro moldeada por la mano humana, lo que el hombre es: un hacedor,
un recolector, un guerrero, un superviviente. Ahí descansa y se refugia su descenso
en rojo con tonos amarillos y morados. Se contraponen Euclides y su antípoda,
la curva y la línea, el volumen y el plano, la analogía repta, se estira y pasa
del recipiente a la boca, al abrazo, el cuerno, el agujero. Figuras que se
asoman para reclamar su doble y perturbar la claridad de una cadencia mítica,
cómplice.
Luego entran a dúo Gustavo Perez de
Cuba e Ismael Rodriguez de México. Ambos se deciden por igual por la figuración
y por el símbolo, duplican y re interpretan lo real. Gustavo más cerca que
Ismael de un automatismo nos propone un surrealismo insular, de línea suave.
Con un dominio del paisaje natural que imita y distorsiona el objeto sin
destruir su identidad se rehusa a atacarnos tirándonos a la cara la fuerza
inconmensurable del inconsciente. Prefiere mostrar el quiebre de una contención
que solo anticipa su demonio, su comienzo. Su obra “Se Rompió El Silencio” a
pesar que muestra la ruptura de la membrana de una apariencia, de una implosión,
es agradable a la vista y reflexiva a la vez. Uno podría sentarse a contemplarla
sin temor a una perturbación extrema. Con un tratamiento luminoso del color nos
muestra un paisaje dislocado que altera en su funcionamiento. El agua es
un centro y no un borde, una ventana y no un puerto, una salida y no un límite,
una isla al revés, que se vira como un guante. Cuál es el silencio que rompe
Gustavo, uno se pregunta ante una obra tan apacible y armónica? El del cuadro,
el suyo, el de la isla? Eso no importa, afortunadamente la pintura como experiencia
visual se explica de muchas maneras de acuerdo con el ojo que la mira. Sus
presencias simbólicas diversas y enlazadas ofrecen un cálido tapiz que estimula
el viaje y la contemplación. Eso es lo importante, que la pintura de Gustavo no
se acaba, retoza con la percepción.
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Atrapada. Ismael Rodriguez |
Por el contrario Ismael Rodriguez no
tiene escrúpulos. Para lograr su despiadado efecto contrapone tres planos: el
fondo, lo intermedio y lo mas cercano. Cada uno trabaja con un estilo diferente
pero tan integrado que no se recibe como híbrido. Al fondo un abstracto
representativo, la lógica ambigüedad formal que muestra todo último plano en
perspectiva. En el centro un tratamiento realista de la figura humana que
desprende las vibraciones fatuas de lo que fue un muralismo precedente,
salvando enormes distancias formales e ideológicas: menos barroco y
triunfalista, carente de una perspectiva aérea, de una visión de masa. En el
primerísimo plano un expresionismo simbólico que coloca en el centro de la
composición a una inversión: la esfera como celda, como herramienta de
aprisionamiento. Usa todo el conjunto, llena por completo el cuadro, lo
aprovecha hasta el borde. Hay un “horror
al vacío” sin barroco que señala desde un pesimismo lúcido una parálisis
del sujeto, una edad media en pleno desarrollo de la historia, una contradicción
que hay que consultar porque es una metáfora que vive el mundo actual. Estamos
trabajando contra el cuerpo, lo queremos deshumanizar en virtud de un supuesto
desarrollo? Su obra “Atrapada” nos imanta y nos insulta en plena cara, es incómoda
y placentera a la vez, pero no renuncia al cuerpo, a la figura humana. Aunque inmovilizada
en su jaula de hierro, esa mujer, todavía es: una presencia, un desafío, el
origen de una nueva leyenda.
Nueva York
11 de marzo 2016