Wednesday, August 18, 2021

      

        SINGAO



    
 
La palabra singao es de una eficacia política impresionante, no solo por su contundencia emocional y conceptual, sino por su tesitura de amplio margen. Lo mismo denota una palabrota grosera y de mal gusto hablando en “buen castellano”, que ocupa el lugar más alto y sofisticado en el despliegue semántico del lenguaje.

     Si la buscas en el diccionario no la encuentras, pero etimológicamente pudiera rastrearse en África, “concretamente en el bantú como kuxinga, que deriva en la palabra cingara, “pelear” y se desplaza a Europa e inserta en el caló gitano, que a su vez podría tener también un origen índico.” 

     Del verbo singar, forma vulgar y coloquial de llamarle al coito en Cuba, la única que todo el mundo elige, la favorita de todos los estratos sociales, la emérita, la que se goza por sucia, perra, baja e inconsciente, como lo dispone el solar del instinto, la rumba del placer, la carne sin careta, el agua con azúcar, la chusmería de salón, el guaguancó; coger en Argentina, transar en Brasil, trepar, garchar, follar, echar un polvo, fuck, en una de sus acepciones tiene cierta relación semántica con el verbo mexicano chingar, que si aparece en el diccionario de la RAE o Real Academia de la Lengua Española, pero es una palabra totalmente diferente, al menos como tono, espíritu y cadencia de vida.   

     Primero por su carácter marginado y local y luego por sus repercusiones gramaticales. Singao no es una contracción, como tantas que hay en inglés wanna de want to o I won’t de I will not. Aunque omite la letra d no obedece a la velocidad del idioma, sino a una alteración que tiene que ver con una articulación relajada y desenfadada del cubano que luego ha sido asumida voluntariamente como rasgo del lenguaje. Nadie en Cuba, al menos si es cubano se atreve a decir singado. Provocaría una burla inmediata, pasaría por fino y pomposo, también por creído, es decir que se coloca por encima de los demás.

     Singao morfológicamente podría aludir a las tres personas del singular dentro del género masculino, si se refiere a ella se diría singá, pero empleado como grito de oposición a la dictadura en las protestas pacíficas del 11j (1) se refiere a la tercera persona del singular, él. Como tiempo verbal es inclasificable y contra todo pronóstico esa palabrota indecente, relegada al decir de los suburbios, de procedencia inferior abre un debate sin precedentes entre internautas y académicos, entre el barrio de Jesús María y la Universidad Complutense de Madrid. Recientemente en las redes en polémica con la RAE, se le preguntó si se debe escribir con mayúsculas o con minúsculas, la RAE contestó que singao debe escribirse con minúsculas, luego saltó otra pregunta acerca de si debería ser considerada como una oración copulativa que omite el verbo ser y la RAE no respondió. También si pudiera estimarse como participio pasado en voz pasiva ya que enfatiza un estado o una acción que ha sido completada en lugar del sujeto. La Rae no respondió.

     En todo caso, dado que la palabra está vinculada a un nombre propio, debería considerarse como un epíteto, algo así como un adjetivo calificativo que se refiere a una cualidad del nombre al cual acompaña: por ejemplo, Aquiles, el de los pies ligeros en la mitología griega. En Cuba, Armando Calderón, el hombre de las mil voces; Malanga, el pepillo de bafle; Moncada, la maraca intelectual. No obstante, el caso que nos ocupa es particular, se trata de un epíteto negativo ya que lejos de atribuirle al sustantivo una virtud, lo descalifica. Dicha descalificación tiene que ver con una persona masculina que ha sido cogida por detrás. Así se ofende lo mismo a un homosexual que a un heterosexual, porque indica sometimiento. El que ha sido singao ha sido forzado en contra de su voluntad, violado, sometido y por tanto desprestigiado socialmente. Díaz-Canel es singao. ¿Por dónde ha sido singao Díaz-Canel? Por el culo.

     Sin embargo, lo que la palabra denota no es lo que señala. Más bien se trata de ofender a alguien que se considera mala persona, indigna, que no es de confiar. Es una forma de castigo verbal, un insulto que libera, un fármaco que pone en evidencia cualquier abuso de poder, de impunidad. Incluso en muy escasa medida la palabra tiene a veces una connotación positiva, “tremendo singao” un vivo, un bárbaro; o neutra “compadre no seas singao” descuidado, vago, perezoso.

     Pero sin dudas políticamente es otra cosa, va más allá y más acá, es metonimia, metáfora y figura angular. Además de resumir a toda la cultura cubana de la oposición desde 1959 hasta el 2021, también unifica a la tremenda diversidad cubana existente hoy en día que se podría diluir en injustificados ajustes, incansables especificaciones. Esa diversidad tiene muchas cosas que aclarar en cuanto a supuestos líderes y artistas que han practicado una descuidada falta de sentido histórico no exenta de ignorancia cultural y política con un componente de egolatría o falta de sentido del otro en tanto rigor y tradición. Lo hará como debe ser, en controversia política cuando llegue el momento de la libertad plena y consigamos democracia. Por ahora, step by step, desde el letrado más erudito al acere más ignorante de los bajos fondos de cualquier barrio marginal de Cuba, la palabra “singao” hoy, en pleno siglo XXI, adquiere una connotación rotunda y aun más, está perinotada, neologismo de mi propia invención, para indicar todo significado que se sale fuera del signo. Porque la palabra viene de abajo, no admite narcisismo, ni búsqueda de oportunidades para escalar. De abajo, de la gente de a pie que está literalmente enterrada en el fango, que depende absolutamente de la libertad real para dotarse de futuro.

     Imaginemos un diálogo entre una persona foránea y un cubano: - ¿Qué significa singao? le preguntaría el primero para entender lo que se ha gritado durante las protestas. Ese cubano actual sea cual sea su estatus socio cultural le diría: - Díaz-Canel.

     Entonces el forastero entendería de inmediato y sin intermediarios que singao significa: Títere de una junta militar fascista que se enriquece a costa del sacrificio del pueblo, a quien mata de hambre y todo tipo de restricciones para chantajear a Estados Unidos y obligarlo a ocuparse del pueblo del cual ese títere y esa junta deberían ocuparse. Líder que da continuidad a un Estado bananero desde que ha sido colonizado primero por la Unión Soviética y ahora por Rusia. Abusador que llama al combate del pueblo contra el pueblo y todas las consecuencias que algo así conlleva, represión y encarcelamiento de niños, jóvenes y ancianos, heridos, muertos y desaparecidos: ausencia permanente de derechos legales para que se puedan defender. Todo esto y muchísimo más entraría dentro de la significación de esta sola palabra, que podría llenar toda una biblioteca. 

     Díaz–Canel, singao, denota ofensa. Connota porno-política, grito unísono de una Cuba partida en mil pedazos y dispersa por el mundo, voluntad de cambio ya, ahora mismo. Perinota la ontología de una idiosincrasia que compromete al mundo entero porque hay que ser muy singao para no sentir dolor ante lo que le están haciendo al pueblo cubano hace 62 años.

     Por tanto, la palabra singao es un punto de alta densidad, una palabra que vale por miles de imágenes, tan intensa, que contiene un principio que principia y podría estallar y borrar de un sopetón todos los tratados de economía política del mundo y a la férrea y persistente estructura comuñanga y verborreica que ahora agoniza y está a punto de caer. 

     Lingüísticamente, después de todo lo que ha sucedido la imagino pronto en todas las culturas del mundo como cubanismo. Puedo ver a un japonés diciéndole singao a otro japonés en el futuro y lo mismo como tema en un simposio de Historia Contemporánea. 

     En cuanto a su alcance filosófico es obvio como metafísica de la dignidad. Define al cubano de hoy a partir de un Ser o No Ser fuera de si, pero que le rebota. Los que dicen que Díaz-Canel es un singao son los que están de acuerdo con el cambio radical, quieren que la dictadura termine, que la mafia militar se vaya, que el Comunismo desaparezca de la faz de la tierra, incluyendo un no más Rusia como origen cósmico de todos nuestros males. Los que dicen que no lo es, son el inmovilismo, más de la misma cantaleta, vil y cagalitrosa opresión. 

     Más allá de la izquierda o la derecha, de la emoción o la razón, de la Academia o la calle y todo ese pensamiento binario arraigado, occidental, llega incluso a alcanzar una implicación profundamente religiosa. En el principio es singao, diría una sagrada escritura del cubano actual.

     Ya tenemos el principio ahora necesitamos el final rotundo y contundente. ¿Qué puede más el verbo o la Piedra? (2) La Piedra.


                 Víctor Varela 20J

Notas

1   11 J. Protestas pacíficas en Cuba el 11 de julio de 2021. Hecho sin precedentes en 62 años de dictadura militar cubana, en la que el pueblo se lanzó a la calle pacíficamente, exigiendo a coro libertad y fue violentamente reprimido. Acto ante el que la izquierda internacional no reaccionó y siguiendo la estrategia de la dictadura culpó al mal llamado bloqueo imperialista que no es más que el embargo pálido, inofensivo, que Estados Unidos ha impuesto a Cuba por apropiarse de todas sus propiedades. En cuanto a la derecha se quedó en un teatro vacío que se alineó con los deseos del pueblo, pero maquilló su capacidad de acción con gestos improductivos y circenses que fueron desde un espectáculo de pirotecnia hasta la búsqueda de una impensable auto-intervención de las autoridades cubanas.


2   Nonato en Útero. Obra de Teatro Obstáculo. Escrita y dirigida por Víctor Varela en Miami 2005.


Pintura. Bandera.

Víctor Varela. Acrílico 

sobre lienzo.

No comments:

Post a Comment